- Este blog tiene musica. ¡No tengas miedo a encender los altavoces! -

(Suena: The end - The Doors)

martes, 21 de abril de 2009

Drácula

martes, 21 de abril de 2009
Ayer me encontré con Drácula en un callejón. ¡No veáis qué susto! Casi me hago popó encima. Yo que andaba tan feliz pensando en mis cosas, o sea en culos. Y de repente, me sale de entre la niebla un tipejo pálido, con colmillos, y con una elegante capa de amplio vuelo.

“Voy a chuparte la sangre” Me dijo con acento Transilvano. Aunque me sonó más a cómo habla un Rumano borracho. Después, escuché pasos tras de mi. Me giré, y allí estaban las tres vampiresas guarrillas que salen con Drácula en todas sus pelis. La rubia delgaducha, la morena de grandes… ‘ojos’ y la pelirroja. ¡Como me gustan las pelirrojas! Pero esa es otra historia...

“Vamos a chuparte… (me hice ilusiones)… la sangre. (aquí se fueron mis esperanzas de verme inmerso en una vorágine sexual con ellas)” Ante esta situación, ¿qué podía hacer? Mi cuerpo solo tiene seis litros de sangre ¡Y no me gusta compartir! Así que recurrí a mi entrenamiento Karateka y me puse a llorar como una niña, esperando que Buffy, la sexy Caza Vampiros, viniera en mi rescate. Lo malo es que la muy cabrona no vino, porque le estaba dando una paliza a su camello por haberle pasado mala Maria.

No os podéis imaginar cuanto me arrepentí de no haber cogido un crucifijo esa noche. Pero claro, al señorito Miguelo, le pareció mejor idea coger un paquete de chicles…

¿Cómo acabó todo? Pues de forma lamentable ¡Para variar…! Resulta que aquella misma tarde, había merendado uno de mis habituales bocadillos de ajo. Y al echarles el aliento en la cara, huyeron como un soldado Francés lo hace del peligro. ¡Para que luego critiquen al mal aliento!

martes, 14 de abril de 2009

Una de Calzones

martes, 14 de abril de 2009
Desde que el mundo es civilizado, (Nota del autor: El mismo día que se inventó el mando a distancia), el hombre ha ansiado encontrar el perfecto equilibrio entre sujeción y comodidad, en cuanto a la entrepierna se refiere. Y tras muchos siglos de desesperada búsqueda, estamos como el primer día.

Yo soy de los que prefieren el boxer al slip por su elástica sujeción. Al menos para salir a la calle. Por que en casa, no hay nada mejor que unos slips varias tallas más grandes. El problema de los boxer es que en verano dan calor. Y que si escoges una talla pequeña, te cortan la circulación en las piernas, y la voz se te vuelve aguda por la contención testicular. Aunque este es un riesgo asumible, con tal de llevar las cosas en su sitio. Por que si van sueltas, hay que recolocarlas. Y colocarse el paquete a tu gusto es algo que, cuanto menos, no pasa desapercibido. Además que es algo digno de comentar diciendo “Así, ¡si!”, después de haber dado dos saltos para comprobar que todo está bien sujeto.

Sin embargo el slip es todo lo contrario. Pierdes sujeción, pero ganas libertad de movimientos y frescura. Perfecto entonces, ¿verdad? ¡No! Imaginaos la siguiente situación:

Viernes, noche. Palacio de la Zarzuela. Estas saludando al Rey Juan Carlos y al hacerle la reverencia… ¡Zás! Se te sale un testículo del calzoncillo. Tú lo sabes. Él, no. ¡O eso esperas! Pero la sensación de incomodidad y rubor puede verse en tu mirada. ¿Qué haces? ¿Te metes la mano en el pantalón delante suyo, das dos saltos, y dices asintiendo con la cabeza; “Así, ¡si!”, mientras le guiñas un ojo a la Princesa Letizia? ¿O te vas al servicio caminando con las piernas arqueadas como un cowboy? Difícil decisión…

De todas formas, no se puede culpar de esta más que probable situación, a unos calzoncillos dos tallas más grandes, o al afán por sentirla libre y juguetona. La culpa es de la sociedad. De la sociedad y de tu madre por haberte acostumbrado a usar ropa interior. Seguro que a Mowgli, el niño de la selva, no le pasan estas cosas. ¡Principalmente por que va en bolas! ¿Tengo o no tengo razón?... ¡Lo sabía!

viernes, 3 de abril de 2009

FILO

viernes, 3 de abril de 2009
La mujer alcanzó la perfección.

Su cuerpo muerto muestra la sonrisa de realización;
la apariencia de una necesidad griega
fluye por los pergaminos de su toga;
sus pies desnudos parecen decir:
hasta aquí hemos llegado, se acabó.

Los niños muertos, ovillados, blancas serpientes,
uno a cada pequeña jarra de leche, ahora vacía.

Ella los ha plegado
de nuevo hacia su cuerpo; así los pétalos
de una rosa cerrada, cuando el jardín
se envara y los olores sangran
de las dulces gargantas profundas de la flor de la noche.

La luna no tiene por qué entristecerse,
mirando con fijeza desde su capucha de hueso.
Está acostumbrada a este tipo de cosas.
Sus negros crepitan y se arrastran.

(Sylvia Plath. Ariel, 1965)



Este es el último poema que escribió Sylvia Plath. No sé si os habrá gustado. Pero ahora os pido que lo volváis a leer, sabiendo que el día después de escribirlo, se suicidó... Y que en estas, sus últimas palabras, relató el sentimiento de una vida acabada y los preparativos previos al suicidio.
 
12 MIRADAS © 2008. Design by Pocket