Mentiras

Desde que el mundo es mundo, han existido dos cosas. ¡Los resfriados y las mentiras! Ya en el paraíso, Adán se escaqueó de limpiar la cueva diciéndole a Eva que le dolía la espalda. Y desde entonces, hasta nuestros días, pocas cosas han cambiado.

Las mentiras son como una joya de muchas caras. Las hay más o menos curradas. Creíbles o inverosímiles. Simpáticas o patéticas… Por ejemplo, esta la típica ‘me ha surgido algo‘ . O el clásico ‘tengo que hacer unos recados’. Pero estas son para principiantes.

Una buena mentira debe estar encuadrada en un contexto, debe ser original y sobretodo creíble. Excusas del tipo ‘ha habido una fuga vírica en mi laboratorio y me han puesto en cuarentena’ no resulta muy creíble cuando de fondo de escuchan gritos de ¡Cerveza! ¡Cerveza! ¡Cerveza!.

Otro ejemplo: Sales de trabajar y quieres ir a echar unas cervezas con los amigotes. ¿Qué haces? Le dices a tu pareja, 'Me voy ha echar unas cervezas con los amigos. Después, iremos a un club de streptease. Y si no cae ninguna, me pasaré por casa' ... Pues no. Amenos que quieras morir asesinado. Por eso tienes que inventar algo. Algo original, una señora excusa. No vale decir ‘llegare tarde, cariño. La reunión se ha alargado’ Por que lo único que te puede pasar es que te contesten ‘pero que reunión zoquete. Si eres panadero’.

En fin… si mentimos, lo hacemos bien. Y sino sabemos mentir o no tenemos memoria para hacerlo, mejor ir con la verdad por delante. Aunque nos acaben partiendo la cara.